El autor nos embarca en un viaje físico y psicológico de la mano de animales humanizados que representan las personalidades morales y las clases sociales de la época, pero que sigue teniendo vigencia en nuestros días.
Publicada en 1908, es una obra con un lenguaje muy cuidado y está llena de vitalidad y optimismo. El autor la escribió para su hijo Alastair, un niño que nació ciego de un ojo y con múltiples problemas de salud que le impidieron llevar una vida normal.
La obra es una oda a la amistad y a la vida reposada, así como una reflexión sobre el valor de lo que uno posee.
El ilustrador francés Thibault Prugne consigue recrear escenas y animales del bosque con un estilo personal y tierno, muy luminoso, que transmite con acierto la vitalidad y el espíritu campestre de la novela.
Esta edición de El viento en los sauces solo ha obviado 3 capítulos del texto original.